La personalidad pasivo-agresiva

La personalidad pasivo-agresiva

“El pasivo-agresivo genera violencia, pero como no es con gritos ni golpes, ni reacciones abiertamente agresivas, se vuelve muy difícil de identificar, porque lo hace siendo ‘complaciente’, sarcástico, irónico y casi siempre con comentarios o acciones que parecen súper inocentes.” (Anamar Orihuela, psicoterapeuta).

¿Cómo se manifiesta la agresión pasiva?

“La agresión pasiva es uno de esos mecanismos de defensa, que se ejercen de manera indirecta, enmascarada y sin asertividad, también de manera sutil; donde quien se defiende emocionalmente hace evidente una sumisión ‘sincera y abierta’ hacia los otros; pero en realidad, enmascara resistencia, resentimiento, hostilidad, emociones que están ocultas en su interior. Es decir usar una máscara de sometimiento, buena voluntad, acuerdo… pero en el trasfondo, la persona que ejerce la agresividad se encuentra iracunda, molesta, en desacuerdo.

Una agresión pasiva es tan sutil que a veces puede confundir a quien la recibe, sobre todo porque en muchas ocasiones se disfraza de amabilidad, espontaneidad o distracción de parte de quien agrede. Por ello suele ser difícil de identificar, pero es claro que en algún momento nos hará sentir lastimados, molestos, incómodos y hasta desconcertados. El problema de ser víctima de un agresor pasivo es que el otro es incapaz de ser directo y, sobre todo, de reconocer y asumir que nos ha agredido, pues precisamente tienen la dificultad de responsabilizarse de sus emociones, especialmente aquellas que le provocan malestar.

¿Cómo evitar la agresión pasiva?

No puedes evitar que el otro intente ejercer la agresión pasiva hacia ti, pero puedes armarte de herramientas para comunicar de forma asertiva, eso que el pasivo agresivo ha hecho o dicho que te molesta, que te parece inadecuado o te hiere. Lo importante es que señales frente al agresor su comportamiento, que lo hagas de forma directa, asertiva, respetuosa, pero firme.” (“Blog de Jorge Domínguez. Agresión Pasiva: 5 respuestas para comprenderla”). Mi mamá (q.e.p.d.), era muy asertiva al decir: “Ay como chingas”.

Nunca falta el o la “chingaquedito”.

La palabra se forma combinando el verbo “chingar”, que en México puede significar molestar y el diminutivo de “quedo”, “quedito”. Esta persona puede parecer tranquila en la superficie, pero molesta o critica a los demás continuamente: “Tú muy calladito, pero bien que eres chingaquedito”. Su variante, pero con el mismo significado es: “Eres un cuchillito de palo, no cortas pero como chingas”. En su comportamiento, el “chingaquedito” es una persona que de manera insistente pero sutil y molesta, busca conseguir algo de alguien, o que actúa de forma taimada y oculta sus verdaderas intenciones, detrás de una apariencia inofensiva. Se caracteriza por ser persistente en sus peticiones o acciones, aunque no lo haga con fuerza, sino con repetición, lo que a la larga resulta irritante para los demás.

La auto-victimización del agresor pasivo.

“Curiosamente, las personas pasivo-agresivas se sienten víctimas, suelen recriminar a otros de que les acusan sin motivo o les piden cosas exageradas; pues en general emplean la pasividad-agresiva porque se sienten en desequilibrio de poder, y en lugar de comunicar asertivamente su oposición, se resisten de manera indirecta. Por tanto, convierten a sus familiares, parejas, jefes y amigos en supuestos dictadores; ante los que pueden mostrarse sumisos (diciendo que sí a todo lo que les pidan), pero luego se quejan hostilmente o generan estrategias para frustrar sus planes. En ese sentido, interpretan equivocadamente las relaciones, como una disputa donde ellos son impotentes, por lo que utilizan la agresión pasiva para re-establecer su autoridad pasivo-agresiva

Exista una situación real o no de lucha de poder, ellos carecen de confianza suficiente para desafiar esa autoridad que perciben en el otro de forma directa, por lo que expresarán su resistencia de manera indirecta. Sea o no real la lucha de poder, cuando alguien carece de la confianza para desafiar a la autoridad directamente, expresa su resistencia indirectamente, de modo encubierto. Puede ser complicado identificar estas tácticas, ya que en general el mensaje es ambiguo, confuso; pero siempre habrá incongruencia entre lo que se hace y lo que se dice, cómo se hace y lo que se dice; lo que una persona pasiva-agresiva intenta ser y cómo realmente actúa.” (“Centro Psicológico Madrid Cepsim. Problemas psicológicos. Personalidad pasivo agresiva características y síntomas”).

¿Qué es la conducta pasivo agresiva?

Una persona pasivo-agresiva es alguien que dice que todo está bien, pero actúa como si estuviera enojado o molesto. No dice lo que siente con palabras, pero lo demuestra con su actitud o acciones. La conducta pasivo-agresiva, es una forma de expresar sentimientos de enojo o frustración de manera indirecta, en lugar de hacerlo de forma clara o abierta. Las personas que adoptan este estilo suelen evitar el conflicto directo, pero expresan su malestar a través de acciones o comentarios sutiles. Aquí te detallo algunas características comunes del comportamiento pasivo-agresivo:

  • Sarcasmo o comentarios indirectos. En lugar de expresar una queja de manera abierta, utilizan frases sarcásticas o con doble sentido, lo que genera confusión en la otra persona.
  • Retrasos o procrastinación. Evitan cumplir con tareas o responsabilidades, como una forma de demostrar su descontento, aunque no lo expresen verbalmente.
  • Evasión. En lugar de confrontar una situación, pueden ignorar o evitar a la persona o el problema que les molesta.
  • Falsa cooperación. Fingir estar de acuerdo o colaborar, pero luego no seguir con lo acordado o hacerlo mal a propósito.
  • Victimización. Se posicionan como la víctima, sugiriendo que los demás son injustos con ellos, o que no son comprendidos, sin asumir responsabilidad por su parte en el conflicto.
  • Resentimiento acumulado. Guardan sus frustraciones o enojo en lugar de expresarlos de manera saludable, lo que lleva a un comportamiento explosivo o manipulador, cuando ya no pueden contener sus emociones.
  • Silencio o tratamiento de indiferencia. Pueden optar por no hablar o ignorar a la persona con la que están molestos como una forma de castigo [aplican la ley del hielo*], sin tener que confrontar el problema directamente.

*”La ley del hielo es una táctica de manipulación y castigo emocional, que consiste en ignorar intencionadamente a otra persona, negándose a comunicarse o a reconocer su presencia, para causarle dolor, incomodidad o sumisión. Se manifiesta en relaciones de pareja, familiares y de otro tipo y, aunque pueda generar una sensación temporal de control, tiene consecuencias negativas a largo plazo, pudiendo escalar a violencia psicológica.” (“The New York Times en Español. Este hábito está arruinando silenciosamente tus relaciones”).

Perfil de una persona pasivo-agresiva.

  • Dice ‘no pasa nada’ pero se nota molesto.
  • Evita decir lo que realmente piensa.
  • Hace cosas que parecen ‘sin querer’, pero lastiman.
  • Llega tarde a propósito o no cumple promesas.
  • Usa el silencio para castigar.
  • Pone mala cara o hace comentarios sarcásticos.
  • Hace ver que todo está bien, pero se comporta de forma grosera.

El comportamiento pasivo-agresivo puede dañar las relaciones y generar malentendidos, ya que es difícil para los demás entender lo que realmente está pasando. Es importante aprender a expresar las emociones de forma asertiva para evitar este tipo de dinámicas.

Tipos de personas pasivo-agresivas.

Existen diferentes tipos de personas pasivo-agresivas. Estos son algunos de los más comunes:

  • El procrastinador crónico. Retrasa constantemente tareas o compromisos importantes como una forma de resistencia silenciosa.
  • El sarcástico constante. Utiliza comentarios irónicos o burlones para expresar su enojo o desacuerdo sin afrontarlo directamente.
  • El evitador de conflictos. Prefiere ignorar o evadir discusiones importantes, dejando asuntos sin resolver para no enfrentar las emociones incómodas.
  • El que incumple compromisos. Acepta responsabilidades pero deliberadamente no las cumple o las realiza mal como forma de expresar oposición.
  • El que usa el silencio como castigo. Opta por ignorar o dejar de hablar con los demás para mostrar su descontento de manera pasiva.
  • El indirectamente crítico. Hace críticas disfrazadas de cumplidos, o comentarios ambiguos para manifestar su descontento.
  • El que perpetúa la víctima. Asume constantemente el rol de víctima, culpando a los demás por sus problemas o fracasos, evitando asumir su responsabilidad.

Identificar estos comportamientos ayuda a abordarlos de manera efectiva y a mejorar las dinámicas relacionales.

Causas del comportamiento pasivo-agresivo.

El pasivo-agresivismo puede tener raíces en experiencias pasadas, como haber crecido en entornos donde expresar emociones negativas no era aceptado, lo que lleva a reprimirlas y manifestarlas de forma encubierta. Estas son algunas de las causas más comunes:

  • Miedo al conflicto. Prefiere evitar discusiones y por eso no dice lo que realmente piensa.
  • Falta de habilidades para comunicar emociones. No sabe cómo expresar su enojo o frustración de forma sana.
  • Crianzas muy estrictas. Aprendió desde pequeño que expresar enojo era ‘malo’ o fue castigado.
  • Baja autoestima. Siente que sus opiniones no valen, o teme ser rechazado si dice lo que siente.
  • Acumulación de resentimiento. Guarda molestias sin decirlas, hasta que salen de forma indirecta.
  • Ambientes familiares o sociales donde no se permitía hablar con libertad. Se acostumbró a callar lo que siente.
  • Deseo de castigar sin ser directo. Usa su actitud para mostrar enojo sin tener que enfrentarlo.
  • Influencia de traumas o experiencias pasadas. Situaciones dolorosas pueden dejar huellas en la forma de relacionarse.

No hay una causa específica, pero se han identificado una serie de factores de riesgo que podrían intervenir en el desarrollo de este tipo de trastorno. Estos factores pueden ser biológicos, psicológicos y ambientales. Este comportamiento puede afectar las relaciones personales, laborales y familiares, ya que dificulta la comunicación efectiva. Identificar y trabajar estas actitudes, generalmente a través de la terapia psicológica, es fundamental para mejorar la asertividad y establecer relaciones más saludables y transparentes.” (“Terapify. Pasivo agresivo: ¿Cómo es una persona pasivo agresiva?”).

Ser asertivos.

“La asertividad es una habilidad de comunicación que permite expresar ideas, opiniones y sentimientos de forma directa, honesta y respetuosa, sin ser agresivo ni pasivo, defendiendo los propios derechos y necesidades sin menoscabar los de los demás. Implica establecer límites claros, mejorar las relaciones interpersonales y fomentar la seguridad y la autoestima, actuando como un equilibrio entre la pasividad y la agresividad.” (“Unobravo. Asertividad, una habilidad social a desarrollar”).

El doctor en Psicología Walter Riso, axiomáticamente estableció que, “Ni sumisión ni agresión: asertividad”.

Eduardo Rafael Flores Zazueta

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