El Quetzal, un Ave Sagrada Ancestral

“El quetzal era un ave sagrada para algunas culturas antiguas del centro y sur de México. De hecho, los aztecas la asociaban con la deidad de Quetzalcóatl representada por una serpiente emplumada, y los mayas con Kukulkán, que era muy parecido. De acuerdo con esta cosmovisión, se trataba de una epifanía con gran simbolismo, relacionada con el cielo y el sol, debido a las plumas tornasol de su larga cola. A estas culturas les llamaba la atención por su vuelo helicoidal o circular, un poco como el viento, que asemejaba a esas deidades, de ahí que siempre se le asocia con la libertad. En la cultura maya, sólo los grandes gobernantes podían usar y lucir este plumaje en sus vestimentas, eran un símbolo de prestigio y riqueza, además, que representaban la vida.” (“UNAM Global Revista. El Quetzal, de dios maya a mascota”).
La leyenda.

La historia del quetzal, ave nacional de Guatemala, está ligada a la cultura maya, que ha tenido varias representaciones en la historia del país, puesto que el intenso rojo de su pecho está ligado con la conquista de este territorio y la muerte de un príncipe quiché. Según la cosmovisión mesoamericana, el quetzal, conocido también como K’uk, nació del soplido de los dioses Kukulkán (Gucumatz, según el Popol Vuh) y Tepeu, quienes en la mitología maya-quiché son descritos como los creadores, los fabricantes y los antepasados.

Kukulkán ha sido descrito como el dios más importante del panteón maya, cuyo nombre significa Serpiente de Plumas (como las plumas del quetzal). El libro sagrado de los mayas quichés, el Popol Vuh, relata que fue Gucumatz junto Tepeu, quienes, después de varios infructuosos intentos, dieron forma al mundo donde no existía nada sino un tranquilo y apacible mar. Inventaron la Tierra y la poblaron de animales y de seres humanos.

Antes de la Creación, Tepeu-Gucumatz, la dualidad sagrada, vivía enterrada en plumas de quetzal. Un cierto día el dios triple llamado Uk’ux Kaj, Corazón del Cielo, dios del Viento, las Tormentas y el Fuego, les despertó de su divino letargo con el propósito de inducirlos a realizar el acto supremo. De acuerdo con la leyenda, con el soplo divino de los dioses, las hojas azul verdosas del árbol Guayacán cayeron y mientras llegaban al suelo tomaron la forma del majestuoso quetzal con largo plumaje.
Era símbolo de fertilidad, abundancia y poder por lo que era un ave considerada como sagrada. Según esta leyenda, previo a la conquista española el quetzal emitía un hermoso canto, que dejó de emitir tras la muerte del príncipe quiché, Tecún Umán. Según las leyendas orales, el quetzal volverá a cantar cuando esta tierra sea verdaderamente libre. Tecún Umán, nieto del rey Kikab, se abalanzó contra Tonatiuh, como se conocía al conquistador Pedro de Alvarado, conocido por ser sanguinario. ‘Herido de muerte (Tecún Umán), la sangre brotaba del líder indígena cuando un quetzal se posó sobre su cuerpo. Al lamentar la pérdida, el pecho del ave se tiñó de rojo’, replica la leyenda.” (“Publinews. La leyenda del Quetzal: un ave creada por dioses mayas”).
“Origen y cultura.

Esta ave desempeña un papel importante en la mitología prehispánica y moderna de la región. Los reyes y sumos sacerdotes ancianos llevaban tocados de plumas de quetzal. En la voz náhuatl, quetzal (que proviene, a su vez, de quetzalli) significa precioso o bello; en otras voces mesoamericanas significa sagrado o erigido.” (“Wikipedia. Pharomachrus”).
“La cosmovisión prehispánica mesoamericana, particularmente la maya y la mexica, asociaba a los quetzales (quetzaltototl en náhuatl) con características como la abundancia, fertilidad, libertad y poder. Fue considerado una manifestación divina ligada a la serpiente emplumada Quetzalcoatl, (Kukulkan para los mayas). Para estas civilizaciones sus plumas eran codiciadas ya que se usaban como moneda de cambio. Las largas plumas cobertoras de la cola se empleaban en ropa, adornos y tocados de tlatoanis y altos sacerdotes para denotar su poder y riqueza. Tal vez una de las prendas más conocidas es el ‘Penacho de Moctezuma’ [Copilli en náhuatl, corona]; un tocado de plumas de hasta 55 cm de largo engarzadas en oro que actualmente se encuentra en el ‘Museo de Etnología de Viena’, en Austria. Por suerte, una réplica del penacho se puede ver en el ‘Museo de Antropología e Historia’, en la Ciudad de México. Era tal el respeto que se tenía a esta especie que matar un quetzal era considerado un crimen mayor castigado con la muerte. Es por ello que la colecta de sus plumas se realizaba posterior a la temporada reproductiva haciéndose con extremo cuidado de no lastimar al ave y liberándola inmediatamente después.” (“Instituto de Ecología, A.C. Quetzal: ave de ciencia y ficción”).
El majestuoso Quetzal.

“El quetzal es considerada una de las aves más hermosas del mundo. Es solitario y sumamente escurridizo, difícil de hallar. Para los mayas era fundamental en su cosmogonía, y es mencionado tanto en el Popol Vuh como en el Chilam Balam. Su nombre viene, en náhuatl, de quetzaltototl que significa ‘aves de plumas verdes muy ricas y estimadas’. Cuando vuela, su larga cola hace movimientos ondulatorios que dan la sensación de cámara lenta, o de que este elegante movimiento se hiciera debajo del agua.

Algunas de sus características:
- El valor de las plumas era estimadísimo. El penacho [copilli] de Moctezuma, por ejemplo, estaba adornado con las plumas del quetzal.
- Los habitantes en Mesoamérica podían capturarlo pero siempre debían liberarlo, de lo contrario, estaba penado con la muerte.
- Se trata de un ave sedentaria, solitaria y muy territorial.
- A mitad de la mañana el quetzal macho lanza un silbido fuerte cada 8 o 10 minutos, en un ritual precioso.
- Son capaces de emitir distintos sonidos para comunicarse con otros quetzales.
- Cuando está en época de reproducción, se trata de una especie monógama.
- Desde su cabeza a la cola, su tamaño suele ser de unos 40 centímetros (y su sola cola hasta puede llegar a medir hasta 65 cm).” (“Más de México. 7 cosas que no sabías del majestuoso quetzal”).
El canto del Quetzal, reproducido con el sonido del aplauso frente al Templo de Kukulkán.

“La cantidad de delicadezas científicas, tan intrigantes como divertidas, que los mayas nos legaron es fascinante. Una de estas, tal vez la más famosa, es la sombra en forma de serpiente que desciende la pirámide cada equinoccio de primavera y otoño. Otra, menos conocida pero por lo menos tan cautivadora, tiene que ver con la ingeniería acústica que aplicaban a su manejo de los espacios. Se trata de una especie de homenaje acústico a uno de los pájaros más hermosos del mundo, el quetzal (Pharomachrus).
El canto de esta ave, que fungía como mensajera de los dioses, se imita con el sonido de un aplauso. Para lograr dicho efecto simplemente hay que colocarse frente a la pirámide de Kukulkán y ahí aplaudir. Lo que sucede a continuación es uno más de esos pequeños obsequios de alta estética que los mayas, con su exquisitez que fundía el arte y la ciencia, nos dejaron.” (“Más de México. Aplaude en Chichén Itzá y escucharás el sonido de un quetzal”).
La Profecía del Águila y el Cóndor.
“La mayoría de los pueblos indígenas del mundo tienen profecías que les ayudan a explicar el pasado en el contexto del futuro, con el fin de darle sentido al presente. Muchas culturas presentan profecías similares: un buen ejemplo de ello es la Profecía del Águila y el Cóndor. Esta no es solo una leyenda, sino que más bien constituye una mirada a nuestro pasado, a nosotros mismos y a nuestro futuro.” (“Mundo Nuevo. El águila y el cóndor: Una profecía para nuestros tiempos”).

“Una leyenda-profecía expresa el reencuentro de esos pueblos: la del Águila, representando a América el Norte y el Cóndor, a América del Sur. Ambos, engendrados por el Sol y por la Luna, vivían felices volando juntos. Pero el destino los separó. El Águila dominó los espacios y casi llevó al exterminio al Cóndor. Sin embargo, quiso ese mismo destino que a partir de la década de 1990, al iniciarse las grandes cúpulas entre los distintos pueblos originarios del sur y del norte, el Cóndor y el Águila se reencontraran y empezaran a volar juntos. Del amor de ambos nació el Quetzal de América Central, un de las aves más bellas de la naturaleza, ave de la cosmovisión maya, que expresa la unión del corazón con la mente, del arte con la ciencia, de lo masculino con lo femenino. Es el comienzo del tiempo nuevo de la gran reconciliación de los seres humanos entre sí, como hermanos y hermanas, cuidadores de la naturaleza, unidos por un mismo corazón pulsante y habitando en la misma y generosa Pachamama, la Madre Tierra.” (“Rebelión. El reencuentro entre el Águila y el Cóndor”).

El Quetzal como un ave sagrada, unifica al Águila del Norte y al Cóndor del Sur. Es imagen y símbolo; es libertad y belleza; es poder y espiritualidad; es esencia y presencia del Mayab (Ma’ya’ab, del maya, no muchos). Es la tierra, el lugar de los pocos, de los elegidos, de los Iniciados.
Eduardo Rafael Flores Zazueta