Si la envidia fuera tiña…

La envidia es una emoción de malestar, tristeza o deseo ante las cualidades o posesiones de otra persona. Surge de la comparación entre uno mismo y los demás, percibiendo una desigualdad en las posesiones o logros y puede llevar al deseo de que el otro pierda aquello que tiene o que le vaya mal. El filósofo y científico griego Aristóteles, en su obra “Retórica” definió la envidia como el “dolor causado por la buena fortuna de los demás”.
¿Cómo se manifiesta la envidia?

“Cuando hablamos de envidia hacemos referencia a un sentimiento de dolor y frustración debido a la no tenencia de un bien, característica, relación o suceso deseado que desearíamos tener y otra persona sí posee, viéndose esta situación como injusta. Así, podemos considerar que para que aparezca la envidia, existen tres condiciones básicas, siendo la primera de ellas que tiene que haber alguien ajeno al propio individuo que posea un bien, característica o logro concreto, la segunda que éste fenómeno, característica o posesión sea objeto de deseo para el individuo y por último, la tercera condición es que aparezca una sensación de disconfort, frustración o dolor ante la comparación entre los dos sujetos.

El sentimiento de la envidia nace de otro sentimiento, el de inferioridad, ante la comparación entre sujetos. En general los sentimientos de envidia se encuentran dirigidos hacia personas que se encuentran en niveles y estratos relativamente semejantes a los propios, puesto que individuos muy alejados de las propias características no suelen despertar la sensación de desigualdad que puede provocar alguien con circunstancias similares a las de uno mismo. Considerada como uno de los siete pecados capitales por diversas confesiones religiosas, este sentimiento supone una focalización en las características de los demás, obviando las propias cualidades. Supone un obstáculo para el establecimiento de relaciones sanas, minando las relaciones interpersonales, así como el mantenimiento de una autoestima positiva.” (“Psicología y Mente. Psicología de la envidia: 5 claves para entenderla”).

“La envidia es una emoción que se asocia a la destrucción y daño del otro envidiado, por eso negamos nuestros sentimientos de envidia en las relaciones íntimas, porque implica de algún modo aceptar el impulso de querer dañar a alguien a quien queremos. Esto no quita que algunas personas actúen con su envidia y dañen a sus amigos motivadas por ello, pero es común tratar de apaciguar estos sentimientos [o calificarla de envidia de la buena]. Una persona con carácter envidioso es una persona tremendamente frustrada, con experiencias de privación y carencia. A veces, el sentimiento de envidia está asociado a la destrucción de la otra persona envidiada, o de lo que el otro tiene, a arrebatárselo, enfadarnos con él, o querer vengarnos; porque todo esto más fácil que reconocer que no tenemos algo que deseamos y tolerar esa frustración e impotencia.” (“Psicología Madrid. Qué es la envidia y cómo manejarla”).
“¿Qué ocurre en nuestro cerebro cuando envidiamos?

Esta reflexión ha provocado la realización de diversos experimentos. Así pues, en este sentido una serie de experimentos llevados a cabo por investigadores del ‘Instituto Nacional de Ciencias Radiológicas’ de Japón, han señalado que ante el sentimiento de envidia se activan a nivel cerebral diversas zonas implicadas en la percepción de dolor físico. Del mismo modo, cuando se pedía a los voluntarios que imaginaran que el sujeto envidiado sufría un fracaso se provocaba la liberación de dopamina en áreas cerebrales del estriado ventral, activándose el mecanismo de recompensa cerebral. Además, los resultados demuestran que la intensidad de la envidia percibida correlacionaba con el placer obtenido por el fracaso del envidiado.” (“Psicología y Mente. Psicología de la envidia: 5 claves para entenderla”).
¿Qué nos dice la Psicología Social?

“En la sociedad actual, en la que la posición social, lo material o las cualidades personales que se poseen, parecen representar aspectos de enorme relevancia de cara a conformar la imagen que tenemos de nosotros mismos. La envidia, considerada por el cristianismo como uno de los siete pecados capitales, ha constituido tradicionalmente una controvertida materia de análisis en la filosofía y el psicoanálisis, siendo, además, una temática presente en múltiples obras literarias (Smith y Kim, 2007). Asimismo, en los últimos tiempos ha crecido el interés por esta emoción por parte de la psicología social (Miceli y Castelfranchi, 2007). El vocablo ‘envidia’ deriva del latín, concretamente de la palabra ‘invidia’, que podría traducirse como ‘mala voluntad’ o ‘malquerencia’, lo que ilustra el cariz hostil adscrito a dicha emoción.

De hecho, en la bibliografía científica especializada numerosas aproximaciones conceptuales convienen en caracterizarla como una emoción singularmente desagradable. Más específicamente, podría definirse como una emoción compuesta por sentimientos de inferioridad, hostilidad y resentimiento resultantes de la toma de conciencia de que otra persona o grupo posee un atributo personalmente ambicionado (Parrot y Smith, 1993). Dichos sentimientos se derivarían, pues, de un proceso de comparación social con respecto a una determinada persona o grupo que ostenta una posición aventajada en un dominio o esfera relevante a nivel personal (Smith, 1991). Dada su naturaleza marcadamente hostil, no es de extrañar que estudios previos la hayan relacionado invariablemente con conductas perniciosas, dirigidas fundamentalmente hacia la persona envidiada.

Por ejemplo, se le ha relacionado con el ‘Schadenfreude’, esto es, el sentimiento de alegría originado como resultado del mal que sufre una persona (Smith y Kim, 2007), con la voluntad de socavar la reputación de otras personas (Duffy, Scott, Shaw, Tepper y Aquino, 2012), con distintas medidas de hostilidad (Kim y Glomb, 2014) o con una menor tendencia a la cooperación durante la participación en dilemas sociales (Parks, Rumble y Posey, 2002). En síntesis, la envidia es una emoción social caracterizada por un componente fuertemente desagradable y hostil, difícilmente reconocida por las personas que la experimentan (Smith y Kim, 2007), lo que dificulta su evaluación, así como la de variables potencialmente predictoras y respuestas conductuales asociadas.” (“¿Qué es la envidia? Depto. de Psicología Social, Universidad de Granada, España”).
La envidia representada en el Arte.

La envidia es una emoción humana universal.

Proverbios de distintas tradiciones:
- Árabe. “El envidioso se consume a sí mismo como el hierro se oxida.”
- Chino. “La envidia envenena más al corazón que el odio.”
- Africano. “El envidioso ve la cosecha de su vecino, pero no cultiva la suya.”
- Persa. “El envidioso nunca descansa: ni de día ni de noche.”
- Japonés. “El clavo que sobresale recibe el martillazo.”
- Hebreo. “La envidia consume al hueso como la polilla a la madera.”
La envidia como la emisión de una energía negativa dañina.

El “mal de ojo”, es la creencia extendida en Europa, Medio Oriente y América Latina, de que la mirada cargada de envidia o intención negativa puede causar daño físico o energético: dolor de cabeza, cansancio, malestar o enfermedades en niños. Desde el punto de vista antropológico, es un símbolo cultural de la envidia social, una forma de explicar cómo la hostilidad silenciosa puede “contaminar” la vida de otros.

Señales de que eres envidioso/a.

¿Cómo superar la envidia?

- Autoconciencia. Reconocer la emoción sin juicio moral.
- Reencuadre cognitivo. Transformar la comparación en inspiración (“si él puede, yo también puedo”).
- Agradecimiento. Practicar gratitud por lo que uno tiene reduce comparaciones destructivas.
- Compasión y empatía. Entrenar la alegría compartida. Practicar Muditā del budismo; que consiste en la alegría altruista y empática que se siente al deleitarse con el bienestar y la felicidad de otras personas; siendo opuesta a los celos y la envidia.
- Metas personales. Cultivar proyectos propios que generen sentido, reduciendo la necesidad de medir la valía en función de otros.
- Prácticas espirituales y/o ancestrales. Meditaciones, rezos, rituales energéticos y comunitarios que ayudan a transmutar la energía negativa.

A la envidia se le considera como una emoción inútil, en el sentido de que detiene nuestro crecimiento personal e impide que tomemos la determinación de esforzarnos por alcanzar eso mismo que envidiamos. En la medida en que nos alegremos por el bien y la felicidad de los demás, eso mismo estaremos atrayendo a nuestras vidas.
Eduardo Rafael Flores Zazueta
Un comentario en "Si la envidia fuera tiña…"
Excelente descripción abarcando todos los sentidos que provocan o causan la tan triste y compleja envidia!!!