La Intuición nos permite acceder al Conocimiento Directo
El escritor estadounidense Ken Wilber, menciona que “a nivel global, se puede considerar que el ciclo vital de la Conciencia abarca tres dimensiones: el subconsciente (instintivo e impulsivo); la autoconciencia (ego, conceptual); y la supraconciencia (transpersonal, transcendente). […] En el nivel transpersonal, existe el ‘Yo Psíquico’, que corresponde a un estado de conciencia en el que se desarrolla una profunda intuición capaz de sintetizar y establecer conexiones y redes de relación sobre muchos aspectos de la realidad e integrar el conocimiento. En las tradiciones orientales lo han identificado como el despertar del ‘ojo del conocimiento’. También lo asocia a la llamada experiencia del ‘Testigo’, el ‘Yo Observador’ o ‘Conciencia Pura’; es decir, la persona se desvincula de su mente y sus contenidos y la convierte en una especie de objeto que puede contemplar, observar y experimentar desde afuera con la misma imparcialidad (sin entrometerse, comentarla o manipularla), que al mirar un objeto.” (“Cultura Física y Tradiciones Religiosas Orientales. Investigación y Divulgación. Meditación y Conciencia. Ken Wilber”).
El Instructor de esta Era Zodiacal de Acuario, el Mahatma Chandra Bala, Dr. Serge RaYNaud de la FerRIère, escribió: “¿Es posible tener un conocimiento intuitivo como Bergson parece querer describirlo? (Ver: ‘El Pensamiento y el Movimiento’, ‘Ensayo sobre las nociones inmediatas del conocimiento’, ‘Introducción a la metafísica’). […] Esta intuición es una de las más altas facultades del pensamiento que en nada tiene relación con el vago presentimiento o el producto de la imaginación de los sueños; es lo que en Oriente ha sido llamado a veces el Ojo del Espíritu (o Buddhi)”. (Pág. 39. “Los Propósitos Psicológicos. Tomo I. Disertaciones Filosóficas. Simbología”). En el “Glosario Teosófico” de H. P. Blavatsky, leemos: “Buddhi (Sánscrito). Es la Mente o Alma universal. Según Annie Besant, ‘Buddhi es la facultad que está por encima de la mente razonadora, y es la razón pura, que ejerce el discernimiento espiritual’. Madame Blavatsky, abunda diciendo, que es ‘el poder pensante por sí mismo, independiente de las impresiones venidas del exterior, la facultad de juzgar, discernir y resolver; la potencia que transforma en conceptos claros y perfectos las impresiones procedentes de los sentidos’.” (Pág. 115. Op. cit.). Siddharta Gautama, recibió el título honorífico de Buddha (derivado de Buddhi). Esta palabra puede ser traducida como “el Despierto”, o “el Iluminado”. Denota un elevado estado de conciencia, similares a los de Mahatma, Cristo y Quetzalcóatl, que se otorgan como máximo reconocimiento para el Iniciado.
El Filósofo francés Henri Bergson (1859 – 1941).
Llamado el filósofo de la intuición, Bergson buscó la solución a los problemas metafísicos en el análisis de los fenómenos de la conciencia. En el terreno filosófico, reactualizó la tradición del espiritualismo francés y encarnó la reacción contra el positivismo y el intelectualismo de finales de siglo [XIX]. […]
Bergson tuvo una formación fundamentalmente positivista. En un primer momento Bergson quiso perfeccionar las teorías de Spencer, pero al pretender semejante tarea se topó con lo que se convertiría en el problema central de su pensamiento: la cuestión del tiempo. El tiempo real, vivido, no puede entrar en las fórmulas de las ciencias, porque éstas se interesan solamente en lo que es susceptible de medida. Esto indujo a Bergson a modificar su programa y a entregarse al estudio de todos aquellos modos de ser que escapan a la medida y a la ciencia, y que exigen un modo de conocimiento distinto. Se separaba así del positivismo para adentrarse en la ‘filosofía de la intuición’. Dejaba también el camino de la explicación por medio de las matemáticas para intentarlo a través de las ciencias biológicas, psicológicas y sociológicas, manteniendo el mismo respeto hacia la experiencia. Siempre con base en este ‘respeto por la experiencia’, Bergson se propone una descripción de los estados de conciencia aprehendidos directamente mediante la introspección, y contra la psicología experimental positivista, que pretende poner en relación los datos internos de la conciencia con los hechos físicos externos.
Ahora bien, los hechos psíquicos se viven en una dimensión distinta a los hechos físicos. Por ejemplo, el tiempo vivido por la conciencia es una duración real en la que el estado psíquico presente conserva el proceso del cual proviene y es a la vez algo nuevo. Todos los estados de la conciencia se compenetran y dan vida a una amalgama en continua evolución. Además, la ciencia (y el sentido común) choca contra dualismos irresolubles: materia-espíritu, extensión-pensamiento, necesidad-libertad. Este problema lo afronta en su libro ‘Materia y memoria’. La memoria pura y espiritual es la que caracteriza la vida profunda de la psiquis. Lo que limita nuestra conciencia total es el cuerpo, y más concretamente el cerebro, imponiendo el olvido de algunos conceptos. El cerebro es un órgano de traducción y de unión: por un lado traduce la actividad de la conciencia en movimientos, y por otro vincula la conciencia a la realidad exterior. El cuerpo tiene como función esencial ‘limitar, con vistas a la acción, la vida del espíritu’, pero el espíritu antecede y trasciende al cuerpo, lo empuja más allá del presente y del pasado hacia el futuro; lo reabsorbe en el interior de su propia duración. La materia, por lo tanto, se explica mediante unas ciertas vibraciones equivalentes entre sí. Cuanto más se desciende en el interior de nuestro espíritu, tanto más aumenta la tensión y disminuye la homogeneidad de los movimientos.
En su escrito ‘Introducción a la Metafísica’ (1903), desarrolla ampliamente este concepto, diferenciando las duraciones más distendidas y uniformes (propias de la materialidad, de las cuales se ocupan los procedimientos de las ciencias), y las más intensamente cualitativas, que tienden al límite de una concentración total, la ‘eternidad de vida’ (propias del objeto de la metafísica). La metafísica penetra en el fondo, invirtiendo la dirección natural del pensamiento con un acto de conocimiento interior que Bergson llama intuición. La intuición es esa simpatía mediante la cual uno se inserta en la interioridad de un objeto para coincidir con lo que éste tiene de único. Con la intuición, Bergson encuentra un método cognoscitivo contrapuesto al método científico y adaptado al objeto que la ciencia, por su propia naturaleza, deja fuera.” (“Biografías y Vidas. Henri Bergson”).
El Maestre Serge RaYNaud de la FerRIère, sintetiza el trabajo de Henri Bergson de la siguiente forma: “Bergson lo demostró y se puede afirmar sin temor alguno. Este filósofo en su filosofía se demostró más científico que la mayoría de los sabios. La intuición no evita el trabajo intelectual: ella lo corona, acaba y perfecciona; es la capacidad del que sabe en el orden cualitativo. El diagnóstico del médico, por ejemplo, es una intuición obtenida lenta y laboriosamente, lo que prueba que la intuición no siempre precede ni evita la reflexión discursiva y el pensamiento analítico”. (Pág. 168. Los Grandes Mensajes. Segundo Mensaje. Los Centros Iniciáticos”).
La Intuición está Más Allá de la Mente Razonadora, del Intelecto Humano.
“Intelecto es la potencia cognoscitiva racional de un ser humano. Se trata del entendimiento y de la facultad de pensar del hombre.” (“Definición de. Intelecto”).
El Maestre RaYNaud de la FerRIère, en otra de sus obras, menciona lo siguiente: “El hombre tendría primeramente un instinto (muy relativo después de la salida del reino animal), que puede calificarse de Inconsciencia; más tarde un razonamiento que pertenecería al dominio de la Consciencia y, al fin, el yo superior con su intuición, en el sentido revelativo, que sería la Supra-Consciencia”. (Pág. 19. Los Propósitos Psicológicos. Tomo XI. Iniciación Crística”).
La intuición, “es la habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata, sin la intervención de la razón.” (“Psonrie. Psicología”). La palabra intuición proviene del latín intuitio, que significa “mirar hacia dentro”, o “contemplar”. Es un conocimiento directo, que proviene de la Mente Superior (Buddhi o Supra-Consciencia), que está ligada al “Gran Espíritu”, “Dios”, “Absoluto”, la “Fuente”, o como le quieras llamar.
El Conocimiento Directo o Intuitivo, posee tres características que lo hacen infalible:
- Es eficiente. Tiene un propósito real y lo cumple a la perfección.
- Es suficiente. Es lo más adecuado para ese momento.
- Es necesario. Es imprescindible y muy útil.
El filósofo prusiano Immanuel Kant (1724 – 1804), desarrolló el “criticismo (del griego, kríno ‘distinguir’, ‘separar’ o ‘dividir’), es la doctrina sistemáticamente epistemológica[1] que pretende establecer los límites del conocimiento a través de una investigación sistemática de las condiciones de posibilidad del pensamiento”. (“Wikipedia. Criticismo”). Kant desmenuzó a la razón y analizó sus alcances, en cuanto a la posibilidad de acceder al conocimiento, pero también se encontró con sus limitaciones, porque existe un conocimiento trascendente, que no es asequible mediante la razón. Así lo reconoció, en su obra “Crítica de la razón pura”, al sostener que podemos conocer la apariencia de las cosas, pero no su esencia porque el entendimiento es limitado: “En una palabra, nuestra razón sólo puede emplear las condiciones de la experiencia posible, como condiciones de posibilidad de las cosas”. (Pág. 442. Op. cit.). Esta disyuntiva, la dirime magistralmente la Teósofa H. P. Blavatsky (1831 – 1891), en su magna obra “Isis sin Velo”, en la que escribe: “Es preciso poseer la facultad de intuición, la vista del alma, como la razón lo es de la mente”. (Pág. 54. Op. cit. Tomo I). Más adelante, lo explica de la siguiente manera: “Es la intuición, el espontáneo, súbito e infalible conocimiento resultante de la inteligencia omnisciente, y difiere, por lo tanto, de la finita razón cuyas tentativas y esfuerzos ensombrecen la naturaleza espiritual del hombre, cuando no la acompaña aquella divina luz. La razón se arrastra; la intuición vuela; la razón es potencia en el hombre; la intuición es presencia en la mujer”. (Pág. 114. Op. cit. Tomo II).
[1]”Es la rama de la filosofía que estudia el conocimiento científico, su naturaleza, posibilidad, alcance y fundamentos.” (“Wikipedia. Epistemología”).
Eduardo Flores Zazueta