¿Realmente existe un Mundo Intraterreno?

¿Realmente existe un Mundo Intraterreno?

Desde civilizaciones antiguas, ha habido mitos y leyendas de mundos subterráneos, como el Hades en la mitología griega, Svartálfaheim en la nórdica, o leyendas de tierras interiores en culturas americanas, que reflejan un interés por lo oculto bajo la superficie. En el siglo XVII, el jesuita Athanasius Kircher propuso una Tierra hueca con mundos interiores y accesos a través de cavidades subterráneas en su obra ‘Mundus Subterraneus’; aunque F. Amadeo Giannini la popularizó en 1957 al difundir la historia del aviador Richard E. Byrd, sobre una entrada al centro de la Tierra. A finales del siglo XVII, Edmond Halley sugirió que la Tierra podría tener esferas concéntricas con vida en su interior, una idea que más tarde fue refutada por la ciencia.

Referencias literarias.

En el Nuevo Testamento de la Biblia.

  • Pablo de Tarso, escribió: “para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra”. (Filipenses 2:10).
  • Juan el Evangelista, escribió: “Y ninguno podía, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, abrir el libro, ni mirarlo”. (Apocalipsis 5:3).

Julio Verne, de la ficción a la realidad.

Julio Verne es el autor más representativo con su novela “Viaje al centro de la Tierra” (1864). En este libro se cuentan las aventuras de unos personajes que siguen una ruta intraterrestre, atravesando desde Islandia hasta Sicilia, y encontrándose incluso con océanos subterráneos y criaturas prehistóricas. Julio Verne nos ha mostrado y demostrado con el paso del tiempo, que sus escritos no fueron producto de una fantasía desbordada, sino que él fue un verdadero visionario. Veamos tan solo dos ejemplos:

  • El submarino Nautilus, de su obra: “Veinte mil leguas de viaje submarino” (1870). El primer submarino de propulsión nuclear del mundo fue el USS Nautilus (SSN-571), que fue puesto en servicio por la Armada de los Estados Unidos el 30 de septiembre de 1954. Su nombre, fue en honor al submarino Nautilus de Julio Verne.
  • El cohete espacial, en su novela: “De la Tierra a la Luna” (1865). Su cohete espacial despega desde Florida muy cerca de Cabo Cañaveral, en Estados Unidos. Este emplazamiento anticipa el lugar donde la NASA realizaría sus lanzamientos espaciales años después. Sus tripulantes fueron el Capitán Nicholl y Michel Ardan. Los primeros astronautas de la “Misión Apolo 11” fueron Michael Collins, quien voló en 1969 alrededor de la Luna, mientras sus compañeros Neil Armstrong y Buzz Aldrin, realizaban el primer alunizaje de la historia. Los nombre de la novela y de los astronautas de la “Misión Apolo 11”, ¡se asemejan! (“Infobae. De la ficción a la realidad: 10 inventos que Julio Verne imaginó y hoy se usan sin saberlo”). Sobre este último ejemplo, quizás algunos digan, que ese vuelo espacial nunca existió, que fue un montaje; pero a pesar de ello, los nombres se parecen bastante.

Otros autores.

  • Edgar Rice Burroughs. ‘En el corazón de la Tierra’ (1914), narra la existencia de un mundo subterráneo dominado por unos reptiles que someten a los humanos.
  • Edgar Allan Poe. En ‘La narración de Arthur Gordon Pym’ (1833), relata cómo el héroe y su compañero tienen un terrorífico encuentro con seres del interior de la Tierra.
  • H. P. Lovecraft. En ‘La sombra más allá del tiempo’ (1936), describe una raza antigua y subterránea que dominó la Tierra hace 150 millones de años y que, desde entonces, en el refugio de la Tierra interior, han inventado aviones y vehículos atómicos, y domina el viaje en el tiempo y la percepción extrasensorial.
  • Vladímir Óbruchev. Este geólogo y paleontólogo escribió en 1915, una novela titulada ‘Plutonia’, en la cual la Tierra hueca poseía un sol interno y estaba habitado por especies prehistóricas y humanos primitivos. El interior estaba conectada a la superficie por una abertura en el Ártico.
  • John Uri Lloyd. En ‘Etidorhpa, o el final de la Tierra: la extraña historia de un ser misterioso y el relato de un extraordinario viaje’ (1895), relata un viaje al interior de la Tierra, mostrando varias especulaciones metafísicas. Trata sobre una visita casi fantasmal a un estudioso de lo oculto que viene a relatar su pasado como miembro de una logia a la que traicionó revelando sus secretos, teniendo como castigo un viaje al interior de la Tierra, abandonando su humanidad paulatinamente para ser depositario de conocimientos.
  • Roderick Gordon y Brian Williams. Estos dos escritores ingleses escribieron en 2000 una saga de libros juveniles de ciencia ficción (Tunnels). En esa saga se hace referencia a un mundo interior en el centro de la Tierra.” (“Wikipedia. Creencia en la Tierra hueca”)

    La leyenda de Chicomóztoc.

    “Chicomóztoc (del náhuatl, Chikomostok ‘Lugar de siete cuevas; de chikome, siete; ostotl, cueva; -k, locativo’), es el nombre del mítico lugar de origen de los pueblos Tepanecas, Xochimilcas, Chalcas, Acolhuas, Tlahuicas, Tlaxcaltecas y Mexicas; conocidos como ‘Las siete tribus nahuatlacas’, de la región central de México en Mesoamérica, en el período posclásico. […] El Cerro del Culiacán en Guanajuato es identificado por diversos historiadores y la investigación científica como un posible lugar del Chicomóztoc, el mítico ‘Lugar de las Siete Cuevas’ de la mitología nahua. Este volcán volcánico, ubicado entre los municipios de Cortázar, Salvatierra y Jaral del Progreso, es notable por sus múltiples barrancas y cuevas, de las cuales siete fueron consideradas sagradas como el origen de los pueblos.” (“Wikipedia. Chicomóztoc”).

    El abogado, masón, teósofo, astrónomo y escritor español Mario Roso de Luna, en su notabilísima obra, “El Libro que mata a la Muerte o el Libro de los Jinas”, hace referencia al texto escrito por Fray Diego Durán.

    “Cuenta dicha ‘Historia de las Indias de Nueva España e islas de tierra firme’, de Fray Diego Durán -hermoso libro escrito a raíz de la colonización española de tan vasto Imperio- que viéndose el emperador Moctezuma en la plenitud de sus riquezas y glorias, se creyó poco menos que un dios. Los magos o sacerdotes del reino, mucho más sabios que él y más ricos, puesto que dominaban todos sus deseos inferiores, hubieron de decide:

    -¡Oh, nuestro rey y señor! No te envanezcas por nada de cuanto obedece a tus órdenes. Tus antepasados, los emperadores que tú crees muertos, te superan allá en su mundo tanto como la luz del Sol supera a la de cualquier luciérnaga…

    Entonces el emperador Moctezuma, con más curiosidad aún que orgullo, determinó enviar una lucida embajada cargada de presentes a la Tierra de sus mayores, o sea la bendita Mansión del Amanecer, más allá de las siete cuevas de Pacaritambo, de donde era fama que procedía el pueblo azteca y de las que tan laudatoria mención hacen sus viejas tradiciones. La dificultad, empero, estaba en lograr encontrar los medios y el verdadero camino para llegar felizmente a tan oscura y misteriosa región, camino que, en verdad, no parecía conocer ya nadie.

    Entonces el emperador hizo comparecer a su ministro Tlacaelel ante su presencia, diciéndole:

    -Has de saber ¡oh Tlacaelel!, que he determinado juntar una hueste compuesta por mis más heroicos caudillos, y enviarlos muy bien aderezados y apercibidos con gran parte de las riquezas que el Gran Huitzilipochtli se ha servido deparamos para su gloria, y hacer que las vayan a poner reverentemente a sus augustos pies. Como también tenemos fidedignas noticias de que la madre misma de nuestro Dios aún vive, podía serle grato también el saber de aquestas nuestras grandezas y esplendores ganados por sus descendientes con sus brazos y sus cabezas.

    Tlacaelel respondió.

    -Poderoso Señor. Al hablar tal como has hablado, no se ha movido, no, tu real pecho por ansias de mundanos negocios, ni por propias determinaciones de tu tan augusto ,corazón, sino porque alguna deidad excelsa así te mueve a emprender aventura tan inaudita como la que pretendes… Busca, pues, Señor, como remedio único contra tamaños imposibles a esa gente sabia que te digo, que ellos, por sus artes mágicas, podrán quizá salvar todos esos imposibles humanos, e ir hasta allá trayéndote luego las nuevas que nos son precisas acerca de semejante región, región de la que se dice por muy cierto que cuando nuestros abuelos y padres la habitaran antes de venir en larga peregrinación hasta las lagunas de México, en las que vieron el prodigio del tunal o zarza ardiendo, era una prodigiosísima y amena mansión donde disfrutaban de la paz y del descanso, donde todo era feliz más que en el más hermoso de los ensueños, y donde vivían siglos y siglos sin tornarse viejos ni saber lo que eran enfermedades, fatigas ni dolores, ni tener, en fin, ninguna de esas esclavizadoras necesidades físicas que aquí padecemos, pero después que de tal paraíso salieron nuestros mayores para venir aquí, todo se les volvió espinas y abrojos; las hierbas les pinchaban; las piedras les herían y los árboles del camino se les tornaron duros, espinosos e infecundos, conjurándose todo contra ellos para que no pudieran retornar allá, y así cumpliesen su misión en este nuestro mundo.

    Moctezuma, oyendo el buen: consejo del sabio Tlacaelel, se acordó del historiador real Cuahucoatl -literalmente el ‘Dragón de la Sabiduría’, constante nombre de los adeptos de la Mano Derecha o Magos blancos-, venerable viejo que nadie sabía contar sus años, e inmediatamente se hizo llevar hasta su retiro en la montaña, diciéndole, después de haberle saludado reverente:

    -Padre mío; anciano nobilísimo y gloria de tu pueblo: mucho querría saber de ti, si te dignases decírmelo, qué memoria guardas tú en tu ancianidad santa acerca de la historia de las Siete Cuevas celestes donde habitan nuestros venerandos antepasados, y qué lugar es aquel santo lugar donde mora nuestro dios Huitzilipochtli, y del cual vinieron hasta aquí nuestros padres.

    -Poderoso Moctezuma -respondió solemnemente el anciano-: lo que este, tu servidor, sabe respecto de tu pregunta, es que nuestros mayores, en efecto, moraron en aquel feliz e indescriptible lugar que llamaron Aztlán, sinónimo de pureza o blancura54. Allí se conserva todavía un gran cerro en medio del agua, al que llaman Culhua-can, que quiere decir cerro tortuoso o de las Serpientes. En dicho cerro es donde están las cuevas y donde, antes de aquí venir, habitaron nuestros mayores dilatados años. Allí, bajo los nombres de medjins y aztecas55, tuvieron grandísimo descanso; allí disfrutaban de gran cantidad de patos de todo género, garzas, cuervos marinos, gallaretas, gallinas de agua, muchas y diferentes clases de hermosos pescados, gran frescura de arboledas cuajadas de frutos y adornadas de pajarillos de cabezas coloradas y amarillas, fuentes cercadas de sauces, sabinas y enormes alisos. Andaban aquellas gentes en canoas, y hacían camellones, en los que sembraban maíz, chile, tomates, fríjoles y demás géneros de semillas de las que aquí comemos, y que ellos trajeron de allí, perdiéndose otras muchas.

    54Todas las grandes teogonías, sin excepción, hablan de esta celeste mansión allende los mares del Polo Norte, llamándola Mansión imperecedera, Tierra del Amanecer, Isla Sagrada y Eterna de los mortales inmortales o Seres DE LA PRIMERA RAZA HUMANA. Para comprender, sin embargo, todo el alcance de este asunto, hay que leer en ‘La Doctrina Secreta’, de H. P. B., todo lo relativo a este primer Continente terrestre, llamado a perdurar desde el principio al fin de ‘la humanidad sobre la Tierra’.

    55Mexi-tin o medjins, no son sino los djins de los pueblos árabes y africanos, es decir, nuestros consabidos jinas. Los aztecas, a su vez, no eran sino el pueblo fundador del vasto Imperio que Cortés encontró, y a quienes condujeron a través de ochenta años de penalidades hasta las lagunas mexicanas los genios tutelares o jinas [espíritus o deidades que actuaban como guardianes o protectores]; ni más ni menos que el iniciado Moisés condujo a los israelitas durante cuarenta años a través del desierto hasta la Tierra prometida, cosa que sigue demostrando el parentesco entre las tradiciones de uno y otro pueblo.

    Mas, después que salieron de allí a esta tierra firme y perdieron de vista tan deleitoso lugar, todo, todo se volvió contra ellos: las hierbas les mordían; las piedras les cortaban; los campos estaban llenos de abrojos, y hallaron grandes jarales y espinos que no podían pasar, ni asentarse y descansar en ellos. Todo lo hallaron, además, cuajado de víboras, culebras y demás bichos ponzoñosos; de tigres, leones y otros animales feroces que les disputaban el suelo y les hacían imposible la vida. Esto es lo que dejaron dicho nuestros antepasados y esto es cuanto puedo decirte con cargo a nuestras historias, ¡oh, poderoso Señor!” (Págs. 89-91. Op. cit.). Sabemos que sí existen cuevas en dicho cerro, pero la topografía descrita de ese lugar, de acuerdo a este texto, no corresponde a lo que actualmente conocemos. Es más, hay estudios que señalan que si existió allí un lago, pero hace más de 2,500 años (“Blog de Lerolico. El Paleolago de Guanajuato”). Entonces la única opción, es que esa descripción paradisiaca se refiere a un mundo intraterreno.

    El reino oculto bajo el Cerro de Culiacán”: la experiencia de Don Rolando Silva.

    Si quieres ver la entrevista completa: https://youtu.be/bt5-H4cYpZw?si=5OhPdc6Sx5Lf0zUY

    Origen de los seres intraterrestres en las civilizaciones antiguas.

    La fundadora de la teosofía, Helena Petrovna Blavatsky, incorporó el concepto de Agartha en su obra, popularizándolo entre los círculos ocultistas y esotéricos del siglo XIX. La idea de un reino subterráneo o de seres superiores ocultos, tiene antecedentes en antiguas mitologías y religiones. Blavatsky describió Agartha como un reino subterráneo situado bajo el desierto del Gobi, accesible a través de túneles que conectan con el mundo exterior. Agartha se asocia frecuentemente con Shambhala, una legendaria ciudad espiritual, y se le atribuye la presencia del ‘Rey del Mundo’, una figura que ejerce una influencia secreta sobre el planeta.

    El matemático, masón, filósofo y esoterista francés René Guénon, escribió en “El Rey del Mundo”. “La obra póstuma de Saint-Yves d´Alveydre titulada ‘Mission de l´Inde’ [‘La Misión de la India’], que fue publicada en 1910, contiene la descripción de un centro iniciático misterioso designado bajo el nombre de Agartha; por lo demás, muchos lectores de este libro debieron suponer que eso no era más que un relato puramente imaginario, una suerte de ficción que no reposaba sobre nada real. En efecto, si se quiere tomar todo al pie de la letra, hay en eso inverosimilitudes que, al menos para aquellos que se atienen a las apariencias exteriores, podrían justificar una tal apreciación; y sin duda Saint-Yves había tenido buenas razones para no hacer aparecer él mismo esta obra, escrita desde hacía bastante tiempo, y que verdaderamente no estaba puesta a punto. Por otra parte, hasta entonces, en Europa no se había hecho apenas mención del Agartha y de su jefe, el Brahmâtmâ, más que por un escritor muy poco serio, Louis Jacolliot. Pero, en 1924, se ha producido un hecho nuevo y un poco inesperado: el libro titulado ‘Bêtes, Hommes et Dieux’ [‘Bestias, Hombres y Dioses’], en el que Ferdinand Ossendowski cuenta las peripecias de un viaje accidentado que hizo en 1920 y 1921 a través de Asia central, encierra, sobre todo en su última parte, relatos casi idénticos a los de Saint-Yves; y el ruido que se ha hecho alrededor de este libro proporciona, creemos, una ocasión favorable para romper finalmente el silencio sobre esa cuestión del Agartha”. (Pág. 2. Op. cit.)

    “El hombre que vio el mayor secreto de la Tierra y volvió para contarlo todo.”

    La Tierra hueca, lo que el oficialismo trata de ocultar.

    El Dr. Raymond Bernard escribió en la dedicatoria de su libro “La Tierra Hueca. Informe sobre un mundo oculto”, lo siguiente: “A los futuros exploradores del Nuevo Mundo, que existe más allá de los Polos norte y sur, en el interior hueco de la Tierra. A los que repetirán los vuelos históricos del Almirante Byrd y su expedición, 2,741 kilómetros más allá del Polo Norte y más de 3,709 kilómetros más allá del Polo Sur, quienes penetraron nuevos territorios desconocidos que no aparecen en ningún mapa; los que cubren un área inmensa de tierra cuyo tamaño, mayor que el de América del Norte, abarca bosques, montañas, lagos, vegetación y vida animal. El nombre del primer aviador que alcance este Nuevo Territorio, ignorado hasta que lo descubrió el Almirante Byrd, quedará registrado en la historia como un nuevo Cristóbal Colón. Será más importante aún, pues mientras aquél descubrió un nuevo continente, éste descubre un Nuevo Mundo.” (Pág. 5. Op. cit.).

    ¿Quién fue Richard Byrd?

    “Richard Evelyn Byrd Jr. (1888-1957), fue un oficial naval estadounidense y un aviador pionero, explorador polar y organizador de logística polar. Los vuelos en los que se desempeñó como navegante y líder de expedición cruzaron el océano Atlántico, un segmento del océano Ártico y un segmento de la meseta antártica. También es conocido por descubrir el Monte Sidley, el volcán inactivo más grande de la Antártida. Byrd afirmó ser el primero en alcanzar los Polos Norte y Sur por aire. Sin embargo, existe controversia sobre si realmente fue la primera persona en llegar al Polo Norte.” (“Wikipedia. Richard E. Byrd”).

    “¿Entradas subterráneas a través de los polos?

    De la traducción de la edición alemana ‘Das Tagebuch des Admiral Byrd’ [‘El Diario del Almirante Byrd’]

    Prefacio del Almirante Byrd: Este diario lo escribiré en secreto y oculto, contiene mis anotaciones sobre mi vuelo ártico del 19 de Febrero de 1947. Estoy seguro de que llegara el día en que todas las suposiciones y reflexiones del hombre se disiparan para convertirse en nada y se tendrá que reconocer la irrefutabilidad de la verdad evidente. Se me ha negado la libertad de publicar estas anotaciones y quizá nunca lleguen a la luz de la opinión pública.

    Del libro de abordo:

    -Ya no podemos comprobar nuestra posición y dirección con nuestros instrumentos. Sólo nos queda la brújula solar. Con ella podemos mantener la dirección.

    -Todos los instrumentos funcionan titubeantemente y extremadamente lentos.

    -Sin embargo no podemos determinar una congelación. Podemos distinguir montañas ante nosotros.

    -Nos situamos a 2,950 pies (aproximadamente 900 metros). De nuevo tenemos fuertes turbulencias.

    -Hace 29 minutos que hemos visto las montañas por primera vez. No nos hemos equivocado. Es toda una cadena montañosa.

    -No es especialmente grande. Nunca antes la había visto.

    -Entretanto estamos directamente sobre la cadena montañosa. Seguimos volando en línea recta, siempre en dirección norte.

    -Tras la cadena montañosa hay verdaderamente un pequeño valle.

    -A través del valle serpentea un río. Estamos asombrados: aquí no puede haber un valle verde. Aquí hay cosas que no concuerdan.

    -Bajo nosotros debería haber masas de hielo y nieve.

    -A babor las pendientes de las montañas arboladas, con altos árboles.

    -Toda nuestra navegación ha dejado de funcionar.

    -La brújula giroscópica se balancea continuamente en un ir y venir.

    -Desciendo ahora a 1,550 pies (aproximadamente 470 metros).

    -Hago girar acusadamente al avión hacia la izquierda.

    -Ahora puedo ver mejor el valle bajo nosotros. Sí, es verde. Está cubierto de árboles y zonas de musgo.

    -Aquí dominan otras condiciones de iluminación.

    -En ningún lado puedo ver el Sol. Hacemos de nuevo una curva a la izquierda.

    -Ahora divisamos bajo nosotros un animal adulto.

    -Podría ser un elefante. ¡No! Es increíble, parece un mamut.

    -Pero de verdad es así: tenemos bajo nosotros un mamut adulto.

    -Ahora bajo aún más… Estamos a una altura de 1,000 pies (aproximadamente 305 metros). Observamos al animal con los prismáticos.

    -Ahora es seguro, es un mamut o un animal que se le parece mucho al mamut.

    -Radiamos las observaciones a la base.

    -Sobrevolamos entretanto otras montañas más pequeñas.

    -Yo estoy mientras tanto totalmente asombrado… Aquí hay cosas que no concuerdan. Todos los instrumentos vuelven a funcionar.

    -Empieza a hacer calor.

    -El indicador nos dice que estamos a 74 grados Fahrenheit (23º C).

    -Mantenemos nuestro curso.

    -Ya no podemos localizar a nuestra base, puesto que la radio ha dejado de funcionar. El terreno bajo nosotros se vuelve cada vez más plano.

    -No sé si me expreso correctamente, pero todo da una impresión de completa normalidad, ¡y ante nosotros se levanta con absoluta claridad una ciudad!

    -Esto sí que es imposible.

    -Todos los instrumentos dejan de funcionar.

    -¡Todo el avión empieza ligeramente a tambalearse! ¡Dios mío!

    -A babor y estribor aparecen, a ambos lados, extraños objetos voladores. Son muy rápidos y se nos acercan. Están tan cerca que puedo ver claramente su distintivo. Es un interesante símbolo sobre el que no quiero hablar. Es fantástico. No tengo ni idea de dónde estamos…” (“Blog de Ricardo González Corpancho. La expedición de Richard Byrd a la Antártida”).

    Alguien tan reconocido y condecorado por la Armada de los EUA, ¿fue un farsante?

    “Al morir, Byrd había acumulado 22 menciones y condecoraciones especiales, nueve de ellas por valentía y dos por heroísmo extraordinario al salvar vidas. Además, recibió la Medalla de Honor, la Medalla de Plata por Salvamento, la Medalla por Servicio Distinguido de la Marina, la Cruz de Vuelo Distinguido y la Cruz de la Marina. El almirante Byrd fue uno de los oficiales más condecorados de la historia de la Armada de los Estados Unidos. Es, probablemente, el único en recibir la Medalla de Honor, la Cruz de la Armada, la Cruz de Vuelo Distinguido y la Medalla de Plata por Salvamento. También fue uno de los pocos en recibir las tres medallas de expedición antártica otorgadas a expediciones anteriores a la Segunda Guerra Mundial.” (“Wikipedia. Richard E. Byrd”).

    ¿Por qué Google Earth tapa los Polos?

    Finalizo este artículo citando la famosa frase del poeta francés Paul Éluard: “Hay otros mundos pero están en este”.

    Eduardo Rafael Flores Zazueta

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