Las Cuatro Doncellas Mexicas y los 4 Elementos de la Naturaleza

Las Cuatro Doncellas Mexicas y los 4 Elementos de la Naturaleza

Salvador de Madariaga (1886-1978), en el año de 1942 escribió una joya de la literatura hispanoamericana, “El Corazón de Piedra Verde”, que describe maravillosamente la historia que une dos mundos en conflicto, el del México anterior a la conquista y el de los propios conquistadores. En dicha novela, el autor reconstruye una época crucial en el destino de las Culturas Mesoamericanas en general y el de la Mexica en particular. De este libro, extraje lo referente a la Ceremonia de Tóxcatl, que celebraban los Mexicas de manera tradicional.

La Ceremonia de Tóxcatl.

“Nombres: Tóxcatl, ‘sequedad’, ‘cosa seca’; popochtli (tepopochuiliztli o tepopochtli), ‘perfume’, ‘incienso’, ‘sahumerio’, ‘humo’. Deidades asociadas a los ritos: Tezcatlipoca, Huitzilopochtli. La fiesta estaba dedicada primordialmente a Tezcatlipoca y Huitzilopochtli. Durante un año ambos eran representados por cautivos que serían sacrificados. El que personificaba a Huitzilopochtli era llamado Ixtecoale Tlacapehuan Teicauhtzin. El cautivo seleccionado para representar a Tezcatlipoca era vestido como el dios y vivía rodeado de lujos, recorría las calles fumando y tocando la flauta, acompañado de un cortejo de jóvenes y guerreros. En el vigésimo día de huey tozoztli se le daba un atavío más sencillo, perteneciente a un guerrero, y se le entregaban como esposas a cuatro mujeres que representaban a las diosas de la tierra y las flores, el maíz tierno, el agua y la sal. A partir de entonces se realizaban varios ritos, que incluían el sacrificio de codornices y culminaban con el sacrificio de Tezcatlipoca en un pequeño templo llamado Casa de los Dardos. El mismo destino tenía el personaje que representaba a Huitzilopochtli, del que además se fabricaba una imagen con masa de semillas de amaranto.” (“Arqueología Mexicana. Calendarios Tóxcatl”).

El Cuaternario en la Astrología.

Veinte días antes de la celebración al joven que representaba a Tezcatlipoca, se le presentaban cuatro hermosísimas doncellas, para que le proporcionaran todo tipo de placeres sensuales. Sus temperamentos tenían relación con los cuatro Elementos de la Naturaleza: Tierra, Fuego, Aire y Agua. Estos Elementos en el plano humano, corresponden a la materia, la energía, a nuestra mente y emociones. Y para que sea de orden práctico para mis lectores/as, agregué a qué Signos Zodiacales corresponden dichos Elementos.

El encuentro de Ixcauatzin con las 4 doncellas.

“Llegó al fin el mes tan deseado de Toxcatl y el primer día entró en sus habitaciones regias con solemne paso al sumo sacerdote del culto de Tetzcatlipoca. Los sacerdotes bañaron al Joven Divino, quitándole toda la pintura que le cubría el cuerpo, y le cortaron el pelo, que llevaba largo como una mujer, peinándoselo hacia arriba al modo de los guerreros, atado con una cinta de oro y plumería, de donde colgaban dos borlas de oro a un lado y a otro del rostro. Ya vestido y ataviado al nuevo modo, Ixcauatzin se quedó solo un buen rato, al cabo del cual volvió el sumo sacerdote con cuatro doncellas singularmente hermosas y sin el menor defecto físico, como prescribía la tradición y el ritual. El sumo sacerdote las presentó a Ixcauatzin no con sus nombres de familia, sino, como estaba prescrito, con los de las cuatro diosas que al efecto encarnaban: Xochiquetzatl; Xilomen; Atlatouan; Vixtocioatl.

Una como embriaguez le inundó el alma. Estaba todavía por cultivar y por descubrir su prístina necesidad de compañía y ternura femeninas. Pero sus instintos, tanto más despiertos en lo hondo de su ser, se habían adelantado ya fuera de la cárcel de su cuerpo a gozar el aroma de aquellas cuatro flores humanas que la vida ofrecía como última ofrenda al que iba a morir.

Se sonrió y las miró una a una, mientras ellas le observaban así, de cerca, después de haberle visto tantas veces a lo lejos sabiéndose destinadas a él. Cuatro amores. Una tenía puesto un huipil entre rojo y amarillo; el de otra era azul–gris; otra vestía de verde y otra de pardo. Ixcauatzin, que era un iniciado, sabía lo que aquellos colores querían decir. Las besó en la boca según el ritual, tocándoles las palmas de la mano con las palmas de sus manos, y así pudo darse cuenta de que el sumo sacerdote que les había dado aquellos nombres y colores había tenido en cuenta sus respectivos temperamentos: Vixtocioatl tenía las manos húmedas y frías; Atlatouan, secas y frías; Xochiquetzatl, secas y calientes; Xilomen, húmedas y calientes. Encarnaban, pues, los cuatro elementos de la naturaleza: Agua, Tierra, Fuego y Aire.

Un secreto instinto le decía que su experiencia de amor debía empezar por el agua, para seguir por la tierra y luego el fuego para terminar por el aire, pues así le parecía a él que estaba constituida la jerarquía ascendente de la felicidad. Así, pues, dio un beso a Vixtocioatl, dos a Atlatouan, tres a Xochiquetzatl y cuatro a Xílomen; señal de que serían sus compañeras, la primera, la segunda, la tercera y la cuarta noche de cada grupo de cuatro días, del último mes de su vida.”

Agua. De temperamento linfático, son los siguientes Signos: Cáncer, Escorpión y Piscis.

“Vixtocioatl vino a su lecho aquella misma noche. Era alta, delgada y sinuosa y, sin esperar a que él tomara la iniciativa del amor, en cuanto se vio a solas con él lo abrazó y se enlazó con él, enroscando su cuerpo desnudo en torno al suyo como ávida serpiente. Ixcauatzin se sintió presa de un reptil lascivo y se dejó devorar por el hambre libidinosa de aquella serpiente que tragaba insaciablemente el alimento de amor. «Así –se decía él en los intervalos en que acostado de espalda ensoñaba mientras la serpiente–amante digería su presa–, así debe ser el amor en las profundidades de los palacios de Esplendor–de– Jade, en las espaciosas salas verdes de la diosa de las Aguas, donde las serpientes líquidas se enroscan unas en torno de las otras y se fecundan unas a otras con las primeras simientes de la vida.» Pero estaba desilusionado. El espasmo de su cuerpo, cuando el tenso deseo podía al fin morir y descansar, no le era goce suficiente para compensarle de los tentáculos fríos y tenaces que lo ligaban, y en medio de los abrazos de Vixtocioatl, anhelaba recobrar la libertad.

A los primeros albores de la mañana, vio con satisfacción que se levantaba su compañera y salía de la estancia con aquel su andar sinuoso y como sin huesos. Estaba fatigado y necesitado de sueño. Hacia mediodía se levantó, se bañó y se fue a reunir con su mujer y sus tres doncellas que le aguardaban para comer. Se sirvió la comida con tanto lujo y ceremonia como la del emperador. Flores, color, oro, los manjares más preciados, un aromático acayetl para Ixcauatzin. Las tres doncellas estaban de humor alegre y decidor; Vixtocioatl, silenciosa y ensimismada. Por la tarde fueron los cinco a dar un paseo por la laguna en una de las canoas imperiales, tallada y decorada de oro, y cubierta con un toldo de algodón blanco bordado de labor de pluma verde.”

Tierra. De temperamento nervioso, son los siguientes Signos: Tauro, Virgo y Capricornio.

“Después del paseo, Ixcauatzin se retiró para orar y meditar, y cuando llegó la hora del lecho, vino a visitarle Atlatouan. Era redonda y metida en carnes, con mejillas sonrosadas y grandes ojos negros. Tenía los hombros anchos y potentes y las caderas todavía más potentes y más anchas; los pechos redondos, firmes y grandes, y los labios rojos y llenos. Era poco hábil de movimientos y parecía como desconcertada y sin saber qué hacer. Ixcauatzin le había desabrochado el huipil y ella se dejaba, demasiado tímida para expresar su amor, el estremecimiento que sentía en lo hondo del cuerpo al contacto de sus manos. «¡Qué contraste con Vixtocioatl!», pensaba él. Atlatouan era absolutamente pasiva, aunque bien dispuesta y complaciente, y tenía que hacerlo él todo. Su cuerpo joven, perfecto, duro y aromático le levantaba el deseo y no se cansaba de tocarla, de acariciar sus miembros tan llenos, tan ricos de forma y de sustancia, que respondían con un vigor suyo propio, nacido de la masa del músculo y de la arquitectura oculta del hueso, a la presión apasionada de las manos viriles. Una mujer perfecta en verdad. La gozó y la volvió a gozar. Era una delicia honda y completa para sus sentidos, que le florecía en gratitud hacia aquella mujer quieta, pasiva, humilde, que le daba su cuerpo y no le pedía nada.

Al verla alejarse al llegar la mañana, con lentitud y quizá también con respeto, sintió que se fuera y contempló largamente su andar, la acción rítmica y pesada de su espalda bien esculpida en volúmenes redondos que alzaban ya una cadera ya la otra en potente alternancia. Al quedarse solo, contra lo que suponía después de una noche de tanto goce carnal, se sintió ligero y descansado, se levantó temprano y pasó todo el día de buen humor entre las dos alegres y decidoras doncellas y las dos mujeres ensimismadas.”

Fuego. De temperamento bilioso, son los siguientes Signos: Aries, Leo y Sagitario.

“Aquella noche le tocó su turno a Xochiquetzatl. Ixcauatzin la recibió con cierta inquietud y preocupación a causa del mero accidente del nombre. Pero Xochiquetzatl no se parecía en nada a Xóchitl. Era delgada y, al pronto, cuando con súbito y espontáneo ademán dejó caer al suelo el huipil, le pareció que de cuerpo era como Vixtocioatl, la doncella del agua, también sin hueso; sólo que ésta era más pequeña y más consistente, de pechos pequeños y firmes. Ixcauatzin tenía la impresión de que importaba menos en ella la forma del cuerpo que un no sé qué, una especie de vibración, de estremecimiento que le corría por el cuerpo haciéndolo siempre vivo y tenso. Se apodero de él súbito y violento deseo, aun antes de haberla tocado, y cuando la tuvo en sus brazos halló que tenía la piel ardiente y que sus miembros vibraban como con fiebre, y de pronto, ¡qué maravilla!… Ya no era ella misma, sino que ambos eran un solo ser ardiendo juntos en un fuego común. ¿Responderle? No. No era que le respondiera ella a él ni él a ella, porque ya no era posible distinguir entre una vida y la otra y su goce era una larga unión en que ambos se perdían y el uno se encontraba en el otro. ¡Oh, qué noche! ¡Aquello era lo que había soñado! ¡Aquello era la vida tras de la cual sólo la muerte podía tener sabor! En sus breves fases de sueño, Ixcauatzin soñaba en su próximo goce y se despertaba ávido de más felicidad como la que todavía recordaba. Vino la mañana y ella se fue corriendo, riéndose y echándole besos mientras él seguía en cama cansado y feliz, gozando largo tiempo al sol de aquel amor.

Todo aquel día pasó de humor más grave que de costumbre Transcurrió el tiempo de paseo en la laguna, con su alegre y decidora doncella Xilomen y sus tres mujeres ensimismadas en su experiencia de amor.”

Aire. De temperamento sanguíneo, son los siguientes Signos: Géminis, Libra y Acuario.

“Y cuando llegó la noche, le roía el alma secreta impaciencia. «Porque –se decía–, ¿qué puede darme Xilomen que la divina doncella de fuego no me haya revelado ya?» Y vino Xilomen. Era esbelta y grácil, no muy alta, y tenía el cuerpo elegante y fino, perfecto en todas sus proporciones y tan delicadamente modelado que cada línea parecía recrearse en entregar su perfil a la siguiente con las curvas más adorables. Tenía los ojos transparentes y como llenos de sonrisa, y con ellos le miraba con un mirar recto y hondo que observó desde el principio, porque aquel mirar poseía tal poder de penetración, que le conmovía hasta lo más hondo. Se arrodilló al lado del lecho donde él ya estaba acostado, y le puso los ojos en los ojos con una sonrisa tranquila que hacia florecer el óvalo hermoso de su rostro. Se incorporó Ixcauatzin apoyándose sobre un codo para acercársele, atraído por la misteriosa fuerza mágica de sus pupilas, que intentaba en vano explicarse a sí mismo como una especie de miel inmaterial. No era deseo lo que le atraía. No pensaba en el cuerpo de Xilomen. Pero era algo dulce, tierno e infinitamente feliz y le atraía cada vez más y más. Terminó por sentarse sobre el lecho y ella, sin cesar de mirarle a lo más hondo de los ojos, se dejó deslizar gradualmente hacia atrás cayéndole sobre el brazo de modo que sentada sobre el suelo, al borde del lecho, tenía la cabeza descansando sobre el pecho de Ixcauatzin. Y así vivieron toda una eternidad en un instante, fundiendo una mirada en la otra en unión tan perfecta, tan pura, tan limpia, que cuando más tarde, mucho más tarde, reclamaron sus cuerpos su parte de goce y se dieron el uno al otro, se quedaron acostados el uno al lado del otro sobre la espalda, con la mano en la mano, llorando lágrimas de júbilo y de tristeza por la belleza que habían vivido y que no volverían a conocer.” (Págs. 335-337. Op. cit.).

El Cuaternario como Principio Universal

Pitágoras, el filósofo y matemático de Samos, estableció que la esencia de las cosas estaba en los números y en las relaciones matemáticas, Principio crucial de toda proporción, orden, desarrollo y armonía en el Universo. El Principio que representa el número cuatro, los pitagóricos le llamaron Tétrada o Tetractys y era mencionado en su juramento: “Por Aquel que ha revelado a nuestra alma la Tétrada sagrada que constituye el principio y la raíz de toda la Naturaleza”.

El Principio Dual, Ometeotl, para que se manifieste externamente, es por medio del número cuatro, como por ejemplo, en los 4 rumbos: Mictlampa, para el norte; Huitztlampa, para el sur; Tlahuiztlampa, para el oriente y Cihuatlampa, para el poniente, dentro de la cosmovisión de los mexicas. Con el Cuaternario, podemos comprender todas las manifestaciones de la Naturaleza. Tenemos las estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. Las fases lunares: luna nueva, luna creciente, luna llena y luna menguante. Cuatro partes de un día: mañana, mediodía, tarde y noche; con cuatro temperaturas: tibia, caliente, templada y fría Los reinos de la Naturaleza: mineral, vegetal, animal y humano. La división anatómica del cuerpo humano: cabeza, tronco, extremidades superiores e inferiores. Las etapas de la vida humana: infancia (0-21 años); juventud (21-42); madurez (42-63) y vejez (63-84). En la expresión humana: física, energética, psíquica y cósmica. Los estados de agregación de la materia, conocidos como fases: sólido, líquido, gaseoso y plasmático. Las razas humanas: blanca, negra, amarilla y roja (cobriza); distribuidas en los 4 continentes tradicionales: Europa, África, Asia y América, respectivamente. Cuatro tipos de escritura: de izquierda a derecha, la occidental; de derecha a izquierda, la semítica; de arriba hacia abajo, la china y de abajo hacia arriba, la bustrofedón del África, etcétera.

Los médicos griegos como Hipócrates y Galeno, se basaban en dicho número para entender la naturaleza humana y la manifestación de las enfermedades. Claudio Galeno describió los cuatro síntomas clásicos de la inflamación: rubor, dolor, calor y edema. Por la medicina griega, sabemos la existencia de los cuatro humores o temperamentos de la naturaleza humana: nervioso, bilioso, linfático y sanguíneo.

En el plano metafísico, el Tetragrammaton, es el Principio Divino designado por las cuatro letras hebreas yod-he-vaw-he, que forman los nombres de Jehová (Yehōvāh, en hebreo) y Yahveh. También son cuatro letras en otros idiomas para referirse a la Divinidad: en griego Theos, en latín Deus, en sánscrito Deva, en alemán Gott, en asirio Adad, en francés Dieu, en turco Esar, en árabe Alah y en español Dios.

Eduardo Flores Zazueta

4 comentarios en "Las Cuatro Doncellas Mexicas y los 4 Elementos de la Naturaleza"

  1. La ceremonia del Tóxcatl, fue el motivo por el cual, el alimento del amaranto, fue catalogado como pagano o maldito y por lo tanto fueron prohibidos el consumo, cultivo y posesión de las plantas, lo que que podría originar castigos severos durante la época colonial.

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